sábado, 29 de octubre de 2011

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Sus dedos, inquietos, se mueven en aquella mesa de terraza de verano. No puede dejar de sonreir, la felicidad es ese algo a lo que siempre se ha sentido demasiado aferrado.
El sol hace que su pelo brille en mechones largos reflejo de esa vida austera y meláncolica que se a empeñado en llevar y es que nunca le ha hecho falta nada porque él siempre se ha conformado con tenerla al lado y ahora solo le queda soñar...ella se ha marchado...

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