viernes, 6 de agosto de 2010

Las Locuras Que Me Quieras Regalar... (L)

Me acuerdo que alguien me contó una vez una bonita historia de amor. La verdad es que con el paso del tiempo los detalles de aquella hermosa historia se me han ido quedando en el olvido, pero lo más esencial, los momentos más especiales aun los recuerdo.
Me contaron que ella era una pequeña, un poco loca, de tan solo diecisiete años, enamoradiza, orgullosa, con algún prejuicio que otro pero al fin y al cabo feliz.
Según me consta; él, intentaba adoptar una apariencia seria, tranquila, pero su espíritu infantil siempre brotaba al exterior quebrando por completo sus propósitos. Simpático, alegre, guapo...
No recuerdo bien si fue por las muchas conversaciones que tuvieron o porque la noche cómplice de la música, el momento y aquel vozca red-bull, se decidieron a hablar cara a cara. Él, con una cerveza fría en la mano no podía dejar pasar por alto aquellos pantaloncitos cortos que llevaba ella, aquellos ojos brillantes, quizá porque era a él a quien miraba.
Ella, con su cubata en la mano, intentaba hacerle reir, "picarle" con mil temas, recordaba encuentros pasados, fugaces, en los que o bien él o bien ella se habían ido un poco de la lengua soltando alguna insensated que los había comprometido.
Al final, ella, segura de si misma, le habla de lo inseguro que es él, de lo contrariado que puede llegar a estar e incluso, orgullosa de sus suposiciones, se atreve a asegurar que se muere por besarla.Él, sin hacer demasiado esfuerzo por aguantar la presión, la rodea entre sus brazos y la besa, un beso, otro y otro más.
Ella sonrie para sus adentros, "al fin", piensa.
Después pasaron los días, e incluso semanas, hasta que volvieron a quedar. Él la llevó a una bonita ciudad donde abrazaron a desconocidos, la invitó a una cerveza fría en un lugar variopinto que a ella le agradó. Ahora se gustaban más y aunque ellos no lo sabían la cosa no acabaría ahí.
Un día, los dos decidieron que esta preciosa historia no podía seguir adelante pues harían daño a ciertas personas, que de una forma u otra habían quedado involucradas dentro de este suceso, pero aunque lo intentaron, su deseo de estar juntos fue más fuerte, fue implacable.
Así, poco a poco ella se fue enamorando de sus ojos marrones, de sus insensateces, de su espalda, de su piel, de todo lo que tubiera que ver con él.
De ella, al chico le fueron encantando los ojos verdes, su pelo oscuro, su tez nívea y su risa de niña aún más pequeña.
La verdad es que no recuerdo muy bien como sigue esta historia, creo que he olvidado el final, o quien sabe, igual aun no este escrito.... Pero si de algo estoy segura es de que aun sigo siendo una pequeña un poco loca. =P