miércoles, 27 de abril de 2011

He empezado tantas historias que perdí la cuenta....

Sentada en la ventana leo un libro y entre capítulo y capítulo observo la ciudad, grande, poderosa, hermética a la habladuría de sus calles y superpoblada de historias que aun nadie escribió…
El aire mueve a su antojo aquellos mechones de mi pelo que se escaparon de esa trenza improvisada, reflejo de toda una vida espontánea y sencilla…
Todo el entorno se ve envuelto en la oscuridad característica de la noche y miles de farolas alumbran la ciudad.
Dos chicos, enfundados en el bullicio de sus propias palabras y sus risas, recorren la calle con paso lento y armónico. El más alto de los dos se queda en silencio, me observa:
-¡Te vas a caer! – me grita preocupado.
Mi respuesta no es otra que una sonrisa y me concentro en las páginas de aquel exquisito libro que estoy leyendo. Advierto que ante mi calma se alejan envolviéndose progresivamente en un nuevo bullicio del que ahora formo parte.
La luna está alta, y ante la quietud de aquel barrio de aquella hermosa ciudad, el sueño se instala en cada recoveco de mi cuerpo obligándome a entrar en el dormitorio de aquel piso adornado con miles de recuerdos, y cerrar aquella ventana que haría de mí una persona ingeniosa, feliz, tal y como tantas veces había soñado.

 Lorena