
Suelo hablarte en la distancia y sentirte cerca, mirar la paella triste porque desde que tu dejaste de hacerla ninguna me ha gustado tanto.
Recuerdo constantemente tu humor, porque es el mío, tan malo como de costumbre, e intento olvidar las despedidas, que tan poco nos gustaban.
Es bonito recordarte, tal y como eras, con tus enfados tontos y tus mil sonrisas.
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