No suelo dejar que me abrumen las prisas,
Ni que me afecte que me digas,
Aquello de que mira, el mundo gira,
Prefiero ser una pequeña distraída.
Suelo rechazar a quien me pone nerviosa,
A quien dice que soy poca cosa,
O lo de “como osas”,
Lo acepto, soy caprichosa.
Suelo enamorarme de los pequeños detalles,
De la luna llena que ilumina las calles,
De tu boca, de tus ojos grandes,
Y de la manera que me dices que me calle.
Te ríes cuando dices que mi cabeza está perturbada,
Que mis ideas centrifugan desenfrenadas,
¿Lunática?, sería más correcto decir atolondrada,
O quizá de la vida enamorada.
Quiero que me lleves a esa calle de parís,
Que me mires, te mire y sonreir,
Que me cojas de la mano y que no me importe mentir,
Que me brillen los ojos porque sea feliz.
No me gusta generalizar, ni crear prototipos,
Aunque si me gusta que me quites el hipo,
A lo mejor, quien sabe, chico,
No soy ese dulce angelito.
Adoro que me toques la guitarra,
Que me digas que no me pega ser macarra,
Que me lleves a un bar y de allí a la barra,
Y todo lo que estas palabras narran.
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